La importancia de dar y ganar vueltas
No es fácil admitirlo, pero los adultos también necesitan -y mucho- un regazo. Si junto a esta maravilla hay un arrumaco, entonces es el paraíso... La razón de esta búsqueda es tan antigua como nuestro código genético. En este gesto recuperamos el contacto con lo más humano -al fin y al cabo, antes de nacer, todos pasamos meses en posición fetal, nuestra primera referencia de protección-.
Ver también: Conozca los secretos de la albañilería estructural"La calidad del regazo que recibe un niño, sobre todo hasta el primer año de vida, determinará toda su estructura y desarrollo. Configura nuestra capacidad de dar y recibir protección, intimidad y confort", afirma André Trindade, psicólogo, especialista en psicomotricidad y reeducación postural de São Paulo.
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Sea cual sea la situación, redondear los brazos y llenar ese espacio con otro ser humano es una de las emociones más placenteras de la intimidad. El colon es un aliento que renueva la alegría y cura desde el llanto sin motivo hasta el dolor más profundo del duelo.
El colon nutre. Lo dicen las miles de madres que, en lugar de incubadoras, han asegurado el desarrollo de sus hijos prematuros con sólo ponerlos contra el pecho. Acurrucarse en brazos de ahijados y sobrinos es otra de las deliciosas artes del acurrucamiento. No hay estrés, pensamiento negativo ni ansiedad que se resista.
Este efecto también puede experimentarse de forma simbólica: "Cerrar los ojos e imaginar un paisaje hermoso, meditar o hacer algo que realmente te gusta son formas de dar una vuelta que valen para toda la vida", opina el psicólogo André Trindade.
Un buen estiramiento, hundir el cuerpo en un mullido sillón, recibir un buen masaje, mirar a alguien a los ojos, hacer algo agradable, decir palabras de afecto... Todo ello nos envía directamente a la parte más cálida de nuestro ser.Es una satisfacción segura, y gratis.