La reforma transforma el lavadero y el dormitorio en zona de ocio
Ni siquiera su marido, el taxista Marco Antonio da Cunha, la creía. Sólo cuando llegó a casa y encontró a Silvia con el mazo en la mano, abriendo un agujero en la pared, se dio cuenta de que su mujer hablaba en serio: era hora de sacar los planos de la mesa de dibujo. Convenció a la chica de que guardara la herramienta, recordándole la necesidad de llamar a un profesional para que identificara las vigas y pilares que debían serFui a la tienda de materiales de construcción y pedí una maza. El vendedor me miró perplejo. Elegí la más pesada que pude levantar, creo que pesaba unos 5 kg.Cuando empecé a derribar la pared, me sentí más feliz con cada trozo de ladrillo que caía al suelo. Es una sensación liberadora! Mi marido y yo ya sabíamos que nos íbamos a mudar a ese rinconcito, sólo que no habíamos definido cuándo sería. Lo único que hice fue dar el primer paso. O el primer mazazo!", dice Silvia. Y el cambio no se limita a la casa: la ejecutiva de publicidad decidió tomarse un descanso delIncluso sin un mazo, está preparada para nuevas transformaciones.
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