Cómo ejercer la generosidad
Vivimos en una época individualista, pero todo este esfuerzo se viene abajo si no vemos al otro, si no somos capaces de ser sensibles a los dramas y necesidades de los demás. Formamos parte de una red que necesita generosidad para no romperse.
Esta virtud es exaltada por las más diversas religiones del planeta, e incluso surge como nexo de unión entre ellas: "En las tradiciones más antiguas, las prácticas de solidaridad y amor al prójimo no caminan separadas de las prácticas de justicia y espiritualidad", afirma el teólogo Rafael Rodrigues da Silva, profesor del Departamento de Teología y Ciencias Religiosas de la Universidad PontificiaUniversidad Católica de São Paulo (PUC-SP).
La psicoterapeuta familiar Mônica Genofre, profesora del Instituto de Terapia Familiar de São Paulo (ITFSP), coincide: "Cuidar del otro es cuidarnos a nosotros mismos, igual que cuidar del planeta es necesario para sobrevivir. Se trata de corresponsabilizarnos en la construcción de nuestras relaciones y del mundo en el que queremos vivir".
A lo largo de la vida, explica, cuantas más experiencias generosas presenciamos, más natural se vuelve el acto altruista. Esta ética se infiltra en nuestro repertorio, guiando elecciones y actitudes: "Cuando yo practico la generosidad, otros pueden aprender y practicarla también. El efecto se extiende entonces y el entorno se fortalece", subraya.
Pero no se trata sólo de velar por el orden colectivo y, al final del día, dormir con la conciencia tranquila. Ser cordial y solidario con los que nos rodean es, ante todo, la expresión de un corazón libre de cualquier interés. Un ejercicio que nos hace más humanos y, como añadido, neutraliza el individualismo que tiende a alejarnos de nuestros semejantes.
La generosidad renueva las energías
La psicología es categórica cuando se trata de las relaciones interpersonales: el otro refleja nuestra propia imagen. Cuando dejamos de lado, por unos instantes, nuestros problemas y frustraciones y nos movilizamos para ayudar a otra persona, emprendemos un viaje de regreso a nuestra propia esencia.
"Interesarse de verdad por los demás permite encontrar formas de superar nuestros propios obstáculos", afirma Mônica. "Dar permite reavivar y renovar nuestras energías. ¿No es eso lo que nos mueve?", se pregunta.
Ver también: 30 hermosos cuartos de baño firmados por arquitectosSer generoso es: respetar el espacio de trabajo de un colega; prestar atención a un niño; ceder en una negociación encaminada al entendimiento mutuo... La familia, nuestro núcleo teóricamente más cercano, es un buen punto de partida para entrenar y, ojalá, ampliar nuestra capacidad de dar.
Otro ejercicio consiste en aprender a ser generoso con uno mismo. Al fin y al cabo, ¿de qué sirve esforzarse por mejorar la vida de los demás si uno es incapaz de pronunciar una palabra de aliento frente al espejo o de respetar sus límites a diario?
El amor por el voluntariado
Cuando el tema es el voluntariado, basta con la voluntad de ayudar a los demás. Quien ejerce la generosidad de este modo garantiza que cosechará enormes beneficios a cambio. Acercarse a una realidad difícil de digerir, como la miseria y el abandono, requiere determinación. Pero la acción aporta satisfacción a todos los implicados.
Si podemos estar en el mundo con la conciencia vuelta hacia un 'nosotros', en vez de hacia un 'yo y los demás', quizá el sentimiento de soledad que acompaña a tanta gente se disipe y podamos contribuir a una sociedad más generosa y justa", dice Mônica.
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