El budismo floreció en el Tíbet, territorio enclavado en el nordeste de la cordillera del Himalaya, bajo dominio chino desde la década de 1950, tras la llegada del gurú indio Padmasambhava en el siglo VIII. Invitado por el rey de la época, fundó las bases de la tradición difundida en Brasil por S.E. Chagdud Tulku Rinpoche (1930-2002), maestro de la escuela Ñingma, que vivió en suelo brasileño de 1995 aSu legado es venerado por quienes viven el día a día del hermoso Centro Budista Tibetano Vajrayana Odsal Ling, en Cotia, en el Gran São Paulo. De hecho, el término Vajrayana, "camino secreto, muy rápido", revela una peculiaridad de esta rama.

Según el lama Tsering Everest, director del complejo, cualquier estudiante que se dedique seriamente a las prácticas es capaz de alcanzar la iluminación en una sola existencia, mientras que en otros caminos budistas este objetivo puede tardar muchas vidas en lograrse -sí, los tibetanos creen en la reencarnación-.iluminación", subraya el director.

Otra especificidad de esta corriente es el hecho de que la evolución del practicante está anclada en la relación con el lama. En tibetano, "la" significa madre y "ma" elevado. Al igual que una madre cuida y enseña a su hijo todo lo que sabe, el lama ofrece la máxima atención a sus discípulos. Por eso también se le llama maestro. Lleno de amor, conduce al aprendiz por el camino espiritual, un sistema llamadoRecomienda la meditación, las visualizaciones, las ofrendas, así como la recitación de mantras y oraciones y la lectura de textos sagrados según las exigencias de cada estudiante. En común, estas técnicas se prestan a liberar la mente de los cinco venenos: ira, apego, ignorancia, envidia y orgullo, causas de todo sufrimiento. "Alguien con los ojos torcidos verá el mundo distorsionado. Pero el mundo no está distorsionado,La práctica de la meditación conduce a una visión correcta que, puesta en práctica a través de la acción, influye positivamente en las personas y en el entorno", explica Tsering. De este modo, dice el lama, es posible purificar el karma, es decir, cambiar los hábitos, y también acumular cualidades y hábitos positivos". La meditación tibetana consta de tres fases fundamentales: los adeptos reservan una hora diaria yEn primer lugar, se establece la motivación pura: la percepción de que, al cambiar la forma en que funciona la mente, se erradica el sufrimiento y se difunde la dicha. Después viene la práctica propiamente dicha, una etapa que requiere iniciación, ya que el estudiante tendrá que realizar las herramientas indicadas por el lama. La tercera y última etapa es la dedicación de méritos.El poder o la sabiduría adquiridos a través de la práctica, así como la comprensión de la verdad personal o de la naturaleza del mundo, pueden beneficiar a todos los seres", explica Tsering. Según Priscila Veltri, voluntaria del Templo Odsal Ling, la interiorización y las enseñanzas transforman la lente a través de la cual vemos la realidad: "La vida es un espejo. Todo lo que percibes es un reflejo de la mente.La comprensión nos saca de la posición de víctimas y nos hace responsables de nuestras decisiones", afirma.

Entre las diversas prácticas budistas tibetanas que requieren un estudio más profundo, hay una excepción, la Tara Roja, una meditación adecuada para el profano, que se dirige a la deidad Tara, el aspecto femenino de Buda, venerada por liberar a los seres de cualquier temor generador de sufrimiento, evocando así el estado natural de vigilia. S.E. Chagdud Tulku ha condensado la esencia de esta práctica en un texto dividido en dosniveles: el primero, que no requiere iniciación, sugiere la visualización de la diosa en el espacio que tenemos delante; el segundo está destinado a los iniciados en el estudio de la tradición.

Procedimientos básicos

- Siéntate con las piernas cruzadas y erguido, cierra los ojos y mantén la intención de que la práctica beneficie a todos los seres.

- Recita tres veces la oración de Djetsun, que dice: "Oh ilustre Tara, por favor, tenme en cuenta. Elimina mis obstáculos y concede rápidamente mis excelentes aspiraciones".

- Visualiza a Tara como si estuviera en la habitación, delante de ti. La imagen debe ser radiante, para que su luz llegue por igual a todos los seres vivos. El meditador puede centrar su atención en la imagen global o en algún detalle de la representación: adorno, accesorio, gesto de la mano.

- Permanece en el flujo de la meditación durante unos diez o veinte minutos, por la mañana o por la noche, sin perderte en la dirección de los pensamientos, las distracciones sensoriales y las emociones. Deja que se disuelvan de forma natural y vuelve a la imagen de Tara. La bendición infinita de la deidad disipa la fuerza del engaño (visión distorsionada de la realidad) y conduce al reconocimiento de la naturaleza búdicaintrínseca a la mente.

- Por último, dedica el mérito de la práctica al bienestar de todos los seres.